viernes, 28 de octubre de 2016

El poder de las redes. David de Ugarte.


“La tecnología, en especial la de comunicaciones, genera las condiciones de posibilidad para los cambios en la estructura de poder”, asegura el economista y tecnólogo David de Ugarte en el primer párrafo de su libro El poder de las redes.
Desde la invención del telégrafo y la creación de las agencias de noticias el mundo cambió y fue convirtiéndose en un lugar en el que las distancias parecen cada vez más cortas y “los asuntos nacionales e internacionales, hasta entonces reducto de las cancillerías y la élite, la política exterior y “de estado” pasó a formar parte de aquello sobre lo que cualquier ciudadano medio, independientemente de su clase social, tenía opinión.”
De Ugarte plantea tres modos de organizar las redes de comunicación: centralizada, descentralizada y distribuida (ver gráfico al principio del texto). Estas tres ilustraciones fueron creadas por el economista norteamericano Paul Baran. En los puntos que unen los segmentos debemos imaginar que hay personas e instituciones y en las conexiones relaciones entre estas personas o instituciones.
Hasta la invención del telégrafo el mundo tenía una estructura de relaciones centralizada. El progreso en las comunicaciones llevó a una construcción del poder descentralizado, en el que no todo confluye de manera unidireccional hacia un centro, sino que surgen “nuevos nodos superiores no nacionales” comunicados entre si.
“La primera revolución de las redes, la que configuró nuestro mundo, supuso el paso de la tendencia a la organización centralizada y nacional propia del estado moderno a la descentralizada e internacional de los siglos XIX y XX”, detalla De Ugarte.
Con la invención de la PC y de Internet, asegura el libro, se inaugura inevitablemente una nueva era en la estructura de información y en las relaciones de poder, cuya estructura sería distribuida. Una especie de planeta global comunicado persona a persona, siempre y cuando consideremos la equivalencia de una Pc por un ser humano, donde no hay que pasar siempre por los mismos canales para acceder al conocimiento.
Sin pronosticar el fallecimiento de los medios clásicos de comunicación (son muchos los pronósticos de este tipo que fallaron, con la muerte del libro como principal ejemplo) los blogs empiezan a ocupar cada vez más espacio, lo que no significa credibilidad. El ciber activismo es otra clara muestra de los cambios: Las manifestaciones a nivel mundial hoy se pueden organizar en pocos días y sin una institución importante que las respalde.
El planteo que hace De Ugarte se basa en la idea de que, según palabras de los tecnólogos Alexander Bard Jan Söderqvist, “todo actor individual decide sobre sí mismo, pero carece de la capacidad y de la oportunidad para decidir sobre cualquiera de los demás actores.”

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