sábado, 29 de octubre de 2016

Entrevista con Miguel Cohan, director de Betibú: “La película pone el ojo sobre el presente del periodismo”

(Entrevista inédita realizada para el estreno de la película Betibú)

El crimen de un empresario en su casa de un country en el Gran Buenos Aires se convierte en una noticia que toma trascendencia rápidamente. A partir de ese hecho, se desarrolla la película Betibú, basada en la novela policial de la escritora argentina Claudia Piñeiro.
La trama despliega un entramado de conflictos que incluyen a una escritora reconocida, a algunos periodistas, a los medios masivos de comunicación y al poder. O más concretamente, a la relación y dependencia entre ellos. Finalmente deja en manos del espectador una pregunta clave: ¿Quién es el asesino?, ¿El que desea la muerte del otro, el que la contrata, el que la ejecuta, el que la planea, el que la encubre o el que cobra por el trabajo?
Miguel Cohan, quien debutó con el thriller Sin retorno, estrenado en 2010, fue el encargado de dirigir y hacer la adaptación del guión en colaboración con su hermana Ana. El elenco lo componen actores de la talla de Mercedes Morán, Daniel Fanego, Norma Briski y Lito Cruz, entre otros.
“Me llamaron de la productora Haddock Films, que fue la productora de mi primera película Sin Retorno”, cuenta Cohan en una entrevista mantenida con Alrededores. “Me dijeron que tenían los derechos de la novela. La leí ese fin de semana y la decisión mía fue inmediata. Antes de terminar la novela ya sabía que quería hacerla. Me di cuenta que lo que me pasaba a mí como lector era algo que quería trabajar.
Los personajes eran muy atractivos para trabajar. Sobre todo para un policial, los cuales muchas veces terminan siendo peones de una trama. En este caso tenían su propio espacio, su propia vida. Por otro lado, la trama me gustaba mucho. Funciona desde el enganche, de querer saber cómo sigue y como termina.
Ninguna adaptación es fácil, pero justamente ese desafío el tema de los personajes fue lo más sencillo. La elección de los actores tampoco fue complicada. La participación de Mercedes Morán era algo cantado, casi como una obviedad. Con Daniel Fanego tuvimos más dudas. En el libro la descripción del personaje que interpreta es distinta: gordo, pelado, más viejo. Pero Daniel aporta toda una vuelta genial”.
¿Hubo contacto con la escritora Claudia Piñeiro en el trabajo sobre el guion?
Hicimos tres versiones del guion que le fuimos entregando a Claudia Piñeiro y ella hacía una devolución. Fue muy generosa. Es muy difícil para el autor leer ese material porque la película tiene dos cuestiones inevitables: nunca deja de ser una mirada del que la adapta y además es una condensación inevitable.
¿Cómo fue la reacción de parte los lectores de Betibú?
Siempre tuvimos la duda de qué iba a pasar con los lectores. La verdad es que nos fue muy bien y gustó mucho. Eso se ve también en las redes sociales. Están de verdad conformes. Si te ponés a charlar seguramente van a encontrar que les hubiera gustado más presencia de aquello, menos de esto. Porque cada persona que lee un libro hace su propia adaptación.
Es notable la intención de la película de mostrar desde adentro el mundo de los medios y del periodismo. ¿Cómo fue tu investigación al respecto?
Es muy claro como el libro de Claudia Piñeiro pone el ojo en el presente del periodismo. Hay todo un trabajo que ya hizo la autora. Pero nosotros quisimos hacer nuestra propia investigación. Nos entrevistamos con periodistas de policiales. Era importante que en la película ese mundo estuviera lo más detallado posible. Queríamos que la redacción se sintiese viva y real.
Así como históricamente el periodismo se ocupaba de poner el ojo en distintos lugares para que el lector accediera a eso que de repente no había visto, hoy eso es autorreferencial por excelencia. La mirada está puesta en los mismos medios y en el trabajo del periodista.
Es una película muy actual. ¿Crees que en otro contexto histórico no hubiese tenido tanta repercusión?
Si se hubiese hecho hace diez años para poder sostener algunas situaciones debería haber explicado mucho más, porque el espectador no venía con un bagaje de cuestionamiento previo. Claramente, el planteo sería otro y la forma de llegar a ciertos temas sería distintas.
Cuando escribí  mi anterior película, Sin retorno, estaba pensando en el público argentino y no me pareció necesario explicar la situación de los medios de comunicación argentinos, cómo se desarrollan las noticias y la realidad de los accidentes de tránsito. Ningún espectador argentino lo cuestionó. En Europa, durante la presentación en festivales, mucha gente me decía: “No es exagerado que haya un canal de noticias 24 horas”. Sin embargo, en la Argentina hay cinco. En España el único canal de noticias existente repite un bloque de dos horas durante toda su programación. Es interesante como cada sociedad tiene sus propios contextos.
La película deja en manos del espectador varios interrogantes que no responde
Creo que cuando las películas empiezan a construir en la trama una conspiración, y al final todo se reduce a un hecho personal, es muy decepcionante. Es mucho más poderosa la conspiración. Me parecía que reducirlo a un hecho individual iba a ser mucho menos potente y frustrante para el espectador. Entonces, decidimos resolver el crimen, pero tratamos de darle un marco de conspiración. No buscamos un final abierto. Hay gente que lo considera así, pero yo creo que no lo es. El espectador termina de resolver la conspiración en su cabeza. A eso apuntamos.
Betibú, es muy cercana a la escuela inglesa del policial. Los detectives con un caso para investigar y que no parecieran estar afectados emocionalmente por aquello que sucedió. Quieren saber que hay detrás del crimen pero no dejan de dormir por eso. Es un policial con tono de comedia.
¿Qué cambió en vos como director con respecto a Sin retorno?
La única forma de aprender a hacer esto es dirigiendo. Yo trabajé once años con el director argentino Marcelo Piñeiro y sabía muchísimo sobre la técnica del cine. Pero dirigir, es dirigir. Es intransmisible. Es la prueba y error, la única manera de hacer arte. Muchas cosas que probé en Sin retorno, me sirvieron para ahora poder tomar decisiones. Te permite hacer una reflexión imposible si la formación es solo teórica.
¿Sentís que hay más lugar para los policiales después de películas tan exitosas como El secreto de sus ojos o Las viudas de los jueves?
Siento que nunca desapareció el policial en el cine argentino. Generalmente las comedias siempre fueron exitosas. El policial quizás está más presente y luego se retira un poco, pero siempre está. Lo que se siente ahora es que las películas más exitosas se han dividido entre comedias y policiales. Es más una retirada del drama.
Sin embargo, es difícil encontrar buenos policiales, que cierren por todos lados.
Yo creo que en términos generales el cine argentino está muy bien. Claramente, no en llegada al público. Eso es un problema que tenemos. Son diez las películas que funcionan por año. El resto no funcionan en cuanto a espectadores. Sí en festivales.
Hay un piso técnico muy importante y no es poca cosa. La fotografía casi siempre es buena, la cámara es interesante. Como en todo país emergente hay muchísimos problemas, pero puntualmente hay una traba con tener salas.
A veces pareciera que sin Darín y Francella es imposible hacer algo exitoso
Si hablás en cuanto a números que sean palabras mayores, es cierto. Te diría que desde Las viudas de los jueves, no hay ninguna película sin Darín, Francella o Suar que haya hecho números grosos. Es un cuello de botella que no se tendría que dar. Evidentemente esos actores tienen algo que es impagable, pero también creo que la responsabilidad de que eso suceda es del mismo medio.
Con respecto a Betibú, como yo soy el director y no el productor el éxito lo mido solo en dos aspectos: qué la pasa a la gente que la ve y si me sirve para hacer una siguiente película. En ese sentido me siento muy exitoso. La película gusta mucho. Se ve claramente en las redes sociales. La gente sale de ver la película y lo manifiesta por esos medios. Después está lo que me llega en planos no virtuales.
Me permite seguir pensando en hacer una tercera. En término de números, por lo que me dicen los productores tuvimos uno de los mejores arranques en películas argentinas, que es lo más importante, y eso se mantuvo. Evidentemente, la taquilla es la esperada. Hoy en día lo que me interesa es dirigir.
¿Cuáles son tus próximos proyectos?

Betibú va a tener seguramente su recorrido por festivales. Lo que tienen las películas es que tienen vida propia. Pero básicamente debería sentarme a escribir. Porque no puedo esperar que me llame una productora con una novela, los derechos comprados y una fecha de estreno. Cuando nos llamaron para hacer este film, yo pensaba: “si yo leía toda la ficción que se editó ese año, hubiera querido hacer Betibú”. Nos podrían haber llamado para una novela que no nos gustase. En todos los ámbitos hay un tema con la suerte que no es secundario.

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