sábado, 29 de octubre de 2016

Espacios verdes en la Ciudad de Buenos Aires.






2010.
La planificación de espacios verdes para la ciudad de Buenos Aires ha escaseado durante las últimas décadas. El gobierno actual agudiza el desinterés en una prioridad que repercute en la calidad de vida. Las trabas y las soluciones posibles para un patrimonio que tiende a desaparecer.

A más de un siglo de la planificación de espacios verdes como lugares públicos y de ordenamiento urbano, la ciudad de Buenos Aires intensifica su falta de políticas para revertir un problema que hoy tiene como principal consecuencia su propia oxigenación: la capital de la República Argentina cuenta aproximadamente con menos de dos metros cuadrados de espacio parquizado por habitante, a diferencia de los 7m2 de principios de siglo XX, y al mínimo de 10m2 estimado por la Organización Mundial de la Salud. En las últimas estadísticas que dio a conocer la Dirección General de Estadísticas y Censos del Gobierno de la Ciudad, para 2008 de los 202,04 kilómetros cuadrados del territorio total de la Capital Federal, solamente 18.43 están dedicados a parques, plazas y plazoletas.
Los espacios verdes públicos cumplen una función estética, social y es también un indicador de calidad de vida. En barrios como Almagro encontrar una plaza es un verdadero hallazgo. Sólo hay una que comprende una manzana de las 230 que tiene la zona. Incluso en barrios como Caballito, que popularmente se lo asocia con los parques Centenario y Rivadavia, la cantidad de metros cuadrados de suelo vegetal no satisface a sus habitantes. En el extremo opuesto se encuentra Palermo, que a pesar de tener una gran población, abarca el Parque Tres de Febrero y sus bosques. Si se lo aísla del resto el mapa, Palermo logra superar los estándares internacionales. Según el arquitecto Guillermo Tella, autor de varios libros sobre la urbanización en Buenos Aires, el problema central que se desprende es que “hay zonas de muy baja cobertura, donde la población queda muy alejada de estos espacios, como el centro y el corredor oeste”. Para el licenciado en Diseño del Paisaje y especialista en espacios urbanos, Flavio Marqués, esta desproporción se debe a una “falla de planificación tanto cuantitativa como cualitativa, en las últimas décadas de crecimiento”.

El estado de las cosas.




El gobierno de Mauricio Macri en sus dos años y medio de gestión, redujo en un 75% el presupuesto destinado a los espacios verdes, al eliminar el financiamiento exclusivo de la Reserva Ecológica, el Parque Tres de Febrero y el Jardín Botánico Carlos Thays. También fusionó el Ministerio de Espacio Público con el de Medio Ambiente, un área sensible, con muchas urgencias respecto a la higiene. El jefe de Gobierno además cambió a su primer ministro en esa cartera, Juan Pablo Piccardo luego de que una investigación realizada por la Auditoría General de la Ciudad, el 2 de diciembre de 2009, revelara que durante 2008 sólo se ejecutó el 52% de las obras, mantenimiento y control de los espacios verdes que habían sido planeados. Esto sumado a la creación de la polémica Unidad de Control del Espacio Público (UCEP) y el presunto delito de defraudación por administración fraudulenta durante su desempeño como gerente general de la empresa cervecera Isenbeck, por el cual Piccardo se encuentra imputado desde 2007, previo a su asunción.
Desde el actual Ministerio de Ambiente y Espacio Público, ahora comandado por el contador Diego Santilli, proclaman como principal y único objetivo para los espacios verdes el Plan Maestro de arbolado urbano, que permitirá una aproximación mensurable al problema. De parte del Ministerio que preside Santilli eligieron no hacer ninguna declaración al respecto.
Según Flavio Marqués, “el actual gobierno no tiene idea en la materia y hace todo por inercia”, a la vez que recuerda que “el Plan Maestro se hereda de dos gestiones anteriores porque comenzó a desarrollarse en la época de Aníbal Ibarra”. El paisajista también enfatiza en la urgencia de realizar este plan porque “la ciudad todavía no sabe cuántos árboles tiene, ni posee un dato fiel de los metros cuadrados de espacios verdes que existen exactamente, ni sabe cual es su calidad”. Entre otras irregularidades, se cuentan como espacios verdes plazas secas donde predomina el cemento, como por ejemplo la de La República, donde se encuentra el Obelisco. En los nuevos relevamientos, como el supuestamente actualizado mapa interactivo de Buenos Aires (mapa.buenosaires.gov.ar), también aparecen como espacios verdes terrenos baldíos que fueron cedidos a la construcción inmobiliaria hace más de 5 años, como la manzana comprendida entre Avenida Del Libertador, Campos Salles, Montañeses y Guayra en el barrio de Nuñez, donde se encuentra el Chateau Libertador, la exclusiva torre de 40 pisos.

Gris por verde.



Entre las obras del gobierno porteño en favor del espacio público, figuran la puesta en funcionamiento de plazas y la finalización de los Pasajes Carabelas y Reconquista. Estas obras, como también muchas de las llevadas a cabo por gestiones anteriores (como lo fue el enrejado de plazas), están signadas bajo un denominador común: la falta de material vegetal. Según el arquitecto y urbanista Marcelo Corti, esto se debe a “que se reducen los costos de mantenimiento en un espacio seco, a diferencia de un especio verde”. Marqués también denuncia que la utilización de determinados materiales se debe a que “los políticos tratan de inaugurar las obras en su propia gestión” y que con la vegetación “hay que esperar a que las plazas crezcan, esperar 15 años, cuando los tiempos electorales son otros”. Para Tella el espacio verde público no está en las prioridades de los gobernantes: “Lo único que he visto en los últimos años es la intervención de plazas con recintos para perros y para juegos, pero esto no generó vegetación.”
Una nueva conquista en pugna entre los sectores inmobiliarios y quienes abogan por más espacios verdes, son los terrenos que dejaron de tener un uso ferroviario, ubicados en Retiro, Liniers, Barracas, Caballito y Colegiales. Según Marqués, “ya hace 10 años que estos predios generan una fuerte disputa entre el gobierno nacional y el gobierno de la ciudad autónoma sobre la especulación inmobiliaria”. Según Corti, “debería tratarse urgente un acuerdo entre el propietario, que es el Estado, y la ciudad, para que las plazas ferroviarias se conviertan en espacios verdes parquizados y así eliminar esa expectativa de negocio inmobiliario permanente”. A su vez reclama que el gobierno pueda presionar a los sectores privados: “Se pueden hacer microprocesos, como lograr un acuerdo de que a tantos pisos de altura, tantos metros cuadrados de espacio verde deben ceder. También hay que plantar vegetación en todas las terrazas de los edificios. Para estas soluciones hay que usar la imaginación”. Marqués también destaca que “las plazas ferroviarias son la única oportunidad que queda para solucionar parcialmente el problema”, y que aún así “si transformáramos todas esas hectáreas en espacios verdes, Buenos Aires no llegaría jamás a los estándares internacionales. Por eso además de conseguir terrenos hay que cuidar lo que hay, y tratar de que tenga la mejor calidad vegetal posible.”

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