sábado, 29 de octubre de 2016

Entrevista con el licenciado en Diseño del Paisaje Fabio Marquez. "La ciudad no sabe cuantos árboles tiene"

Entrevista realizada con Fabio Márquez, licenciado en Diseño del Paisaje, especialista en planificación del paisaje, diseño de espacio verde público, biodiversidad urbana y diseño participativo de espacios públicos. Dialoga sobre la situación del patrimonio verde porteño.

Buenos Aires está por debajo de los estándares internacionales de cantidad de espacios verdes. ¿Cómo se puede sostener un crecimiento de estas áreas teniendo en cuenta el aumento de la población?
Es esencial la planificación, que no solo tiene que ver con una cuestión cuantitativa, sino también cualitativa. Los estándares internacionales hablan de que en una ciudad tiene que haber un mínimo aproximado de entre diez y quince metros cuadrados de espacio verde público por habitante, pero estos números cambian según como están distribuidos y por la calidad de los mismos. La Ciudad Autónoma, contando la Reserva Ecológica, que en realidad no es un espacio verde público sino una reserva, está rondando los seis metros cuadrados por habitante. La calidad de esos espacios es muy disímil, porque se cuentan algunas plazas que son más bien plaza seca, como la Plaza de la República, y otras que son muy arboladas. No solo por una cuestión de cantidad de material vegetal que tenga, sino también porque en muchos casos no es todo el terreno de la plaza de suelo absorbente. La calidad de los equipamientos también deja mucho que desear.
No hay un dato fiel sobre cuánto es lo que en realidad hay de espacio verde público en Buenos Aires. Se viene planificando desde hace cinco años, por primera vez en la historia, un plan maestro de espacios verdes públicos para mensurar que es lo que realmente existe.

¿Cómo es la distribución de los espacios verdes en la ciudad?
Hay una muy mala distribución, con grandes extensiones de ciudad donde prácticamente no hay espacio verde público. Hay barrios, como Almagro, donde encontrar una plaza es un hallazgo.
En la zona sur hay menos densidad de población que en la norte, pero sobre todo en el área central, que es la que rodea la Avenida Rivadavia, es donde hay más densidad de población, lo espacios verdes no son suficientes. Por eso se calcula el metro cuadrado por habitante para poder establecer la proporción. El barrio de Caballito, pese a que tiene el Parque Centenario y el Parque Rivadavia, está por debajo del metro cuadrado debido la alta densidad de población. Palermo tiene menor densidad de población y, al tener el Parque Tres de Febrero, es más proporcionado.
Todo esto tiene que ver con la falta de planificación a lo largo del siglo XX. Hoy en Buenos Aires la única oportunidad que queda de paliar un poco esta situación es con los terrenos públicos, que en su mayoría eran del ferrocarril y que han dejado de tener un uso ferroviario. Hace diez años que son una tensión fuerte entre el Gobierno Nacional y el de la Ciudad Autónoma para ver que utilidad se les da. Sin embargo, aunque sumáramos todos esos terrenos, que son las playas ferroviarias de Liniers, Caballito, Colegiales y Estación Buenos Aires, no se llegaría nunca a los estándares internacionales.

¿Cuál es el motivo por el que en las plazas se utiliza cada vez más cemento?

Para que una plaza pueda ser accesible y transitable necesita caminos con suelo rígido, para que desde una mamá con un cochecito hasta alguien con silla de ruedas pueda recorrerla y disfrutarla. Sin embargo, creo que se extralimitan en la manera de utilizar material inerte. En las plazas más nuevas y las que se reforman, la parte constructiva hace que se vea terminada más rápidamente. En cambio con el material vegetal hay que esperar a que las plantas crezcan. Si se pone un árbol joven hay que aguardar diez o quince años a que ese árbol tenga el porte necesario.
Los tiempos electorales son otros. No es un problema especialmente de esta gestión. Quizás ahora está más exacerbado, pero viene desde hace rato. Los políticos tratan de que las plazas estén listas para la inauguración, con mucho construido porque no soportan inaugurar una plaza con material vegetal joven. Esta lógica presenta una ausencia total de planificación, que sobre todo se ve en el arbolado de veredas. Trabajar con el material vegetal siempre es a largo plazo, tiene que ser política de estado.
Sino hubiéramos tenido la generación de profesionales de principios del siglo XX, que han hecho bien las cosas, hoy no tendríamos nada. Desde hace veinte o treinta años que las gestiones públicas han venido despreciando esta cuestión porque no le pueden sacar rédito electoral. Termina habiendo árboles que crecen más rápido, pero que tienen menos valor ambiental, son menos longevos y van a caerse antes. La ausencia de planificación es muy costosa en el tiempo y las consecuencias se pagan a largo plazo.

¿Qué es lo más urgente?

Que la Ciudad negocie con la Nación para poder conseguir la mayor cantidad de terrenos ociosos y que potencialmente puedan pasar a ser espacio verde público. Que exista una mesa de negociación para tratar de obtenerlos. Tratar de saber que es lo que hay. La ciudad no sabe ni cuantos árboles tiene, ni cuantos metros de espacio cuadrado, ni la calidad de los mismos.

¿Estás a favor del enrejado de las plazas?

Las rejas no resuelven nada. Desde la época de De la Rúa que fue el primero que puso una reja, pasando por Olivera, Ibarra, Telerman y ahora Macri, que sigue con esta política, se apuesta a una solución mágica. La reja se instala por un control de ingreso, pero sobre todo para cerrarla de noche. En realidad lo que hacen es reducir la posibilidad de uso durante gran parte del día y en muchos casos dejan de ser lugar de encuentro porque está enrejada.
La calidad no mejora. La solución es la presencia del estado en el espacio público. Se debe generar una dotación de guardianes de plaza, pero no desde lo represivo, sino desde lo pedagógico, que traten de proteger a la plaza como bien público. La reja hace un uso del espacio público represivo y no democratizador.
A esto hay que sumarle que en cualquier momento se va a empezar a gastar dinero en reponer las rejas o en arreglarlas debido a la baja calidad de las mismas.

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